
JOSÉ FERNANDO AGUIRRE, GERENTE GENERAL DE LA CÁMARA MARÍTIMA Y PORTUARIA DE CHILE (CAMPORT), señala que las actuales dificultades en los puertos y el transporte marítimo, en general, han derivado en mayores plazos de entrega de los productos y costos de los fletes, sobre todo en la modalidad spot.
Un complejo panorama está enfrentando la cadena logística a nivel mundial, y también en Chile, que ha llevado a que algunos analistas hablen de “la tormenta perfecta”. Según el informe anual sobre el transporte marítimo que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), dado a conocer a fines del año pasado, la pandemia expuso y magníficó los desafíos que ya existían en este sector, en particular la escasez de mano de obra y las necesidades de infraestructura El estudio especifica que los cuellos de botella en la cadena de suministro han obstaculizado la recuperación económica, ya que el repunte del comercio se ha topado con problemas logísticos inducidos por la pandemia, como la escasez de equipos y contenedores, servicios menos fiables, puertos congestionados y mayores retrasos y tiempos de espera, Si bien admite que el impacto de la pandemia en el volumen del comercio marítimo durante 2020 fue menos severo de lo que se esperaba inicialmente, sus efectos secundarios “tendrán un gran alcance y podrían transformar el transporte marítimo”. José Fernando Aguirre, gerente general de la Cámara Marítima y Portuaria de Chile (Camport) destaca que la industria marítima portuaria tanto en Chile como en el mundo ha sido la caja de resonancia de la crisis mundial y ha estado en la lupa de los analistas.
“En nuestro país, los distintos actores que participan en esta actividad —que permite más del 95% del comercio exterior— han operado de manera continua, a pesar de las dificultades y restricciones propias de la pandemia, para mantener funcionando los puertos y seguir abasteciendo a los chilenos de los productos que consumimos a diario” A su juicio, esta tarea, que en Chile ha sido especialmente compleja debido a las medidas adoptadas para mitigar los contagios, se ha visto agravada debido a los cierres de puertos decretados por la marítima y algunos retrasos tanto en el ingreso como en el retiro de la carga de nuestros terminales, producto de la falta de choferes en el transporte terrestre, lo que ha complicado aún más la operación de la cadena logística.
Al respecto, explica que las actuales dificultades en los puertos y el transporte marítimo, en general, son los mismos que hace Un año, aunque probablemente algo más atenuados: problemas en los terminales portuarios para conformar los tumos de personal debido a la pandemia; sobre-demanda a nivel mundial de bienes de consumo; mayores tiempos de espera de las naves para poder atracar en un terminal; mayores tiempos en los terminales portuarios asociados tanto a la carga como la descarga de productos, y finalmente, mayores tiempos tanto para el retiro como ingreso de la carga a los terminales. «Todo ello ha derivado en mayores plazos de entrega de los productos y mayor costo de los fletes, sobre todo en la modalidad spot». Han afectado a los puertos y al transporte marítimo temas como el alza de fletes, extracostos navieros y los obstáculos en tierra? Los problemas que están afectando el transporte marítimo en nuestro país y que están asociados a mayores plazos y costos, son parte de un fenómeno de escala mundial.
Sin embargo, los analistas especializados coinciden en que sino aparecen nuevas variantes del virus, silas empresas logran normalizar sus inventarios e idealmente termine la guerra en Europa del Este, la demanda y la oferta debieran estabilizarse hacia fines de este año, con lo cual se debieran normalizar los plazos de envío y bajarlos costos de los fletes” —En este contexto, ¿cuál es la relevancia de la cadena logística? “La operación eficiente de nuestras cadenas logísticas es esencial para el desarrallo social y económico de Chile, sobre todo en el sector marítimo portuario. Más del 95% del comercio exterior de Chile se realiza vía marítima. En tiempos como estos, en que la logística se encuentra desafiada, se reafirma la importancia de la actividad marítima portuaria para nuestro país. Habitualmente es una industria poco visible, pero su aporte es fundamental para todas las actividades que dependen del envío de productos desde y hacia el exterior como la minería, la agricultura y el retail. A raíz de la pandemia, que afectó de manera dramática el intercambio comercial en el mundo, la ciudadanía se ha dado cuenta de la importancia de este sector en su vida diaria.
Coyunturas como esta nos permite tomar mayor conciencia sobre una labor que es en nuestra vida debido a su incidencia en nuestra vida diaria”. — ¿ La guerra entre Rusia y Ucrania ha complicado más aún a los puertos y el transporte marítimo en general? “Efectivamente está teniendo impacto. Rusia y Ucrania aportan más del 14% de los tripulantes de las naves a nivel mundial.
A raíz de la guerra, este aporte ha sido inferior y bastante más complicado, cuestión que agrava la ya difícil situación de las navieras para completar las tripulaciones de sus naves a raíz de la pandemia”. —A su juicio, ¿las complicaciones en los terminales portuarios continuarán durante todo el 2022? “No es posible predecir escenarios en una situación tan cambiante. Los efectos de la pandemia aún están presentes, aunque con menor intensidad. Nuestros terminales realizaron un esfuerzo gigantesco y han podido operar con la mayor normalidad posible. Prueba de ello es que ninguna nave ha dejado de ser atendida dentro del territorio nacional. Los analistas especializados dejaron de hacer pronósticos hace meses, sin embargo, hay algunas cosas en las cuales concuerdan.
Esto puede volver a ocurrir y debemos estar preparados para ello; el sector industrial y de manufacturas deberá analizar la fragilidad y dependencia de sus cadenas logísticas, adoptando las medidas del caso; y finalmente, hacia fines de año los precios debieran estabilizarse y comenzar a bajar, pero en el futuro serán superiores a los que existían antes de la pandemia”
Fuente: El Mercurio